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El fósil más antiguo conocido. Glyphiteuthis, octópodo fósil
Glyphiteuthis, octópodo fósil en el museo Expo Hakel del Líbano.
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EL OCTÓPODO FÓSIL MÁS ANTIGUO CONOCIDO.

Una exposición de fósiles marinos.

       Para saber cuál es el fósil de pulpo más antiguo conocido, nos trasladamos a Hakel (Líbano), donde se encuentra un interesante y poco conocido lugar. Se trata de Expo Hakel, un peculiar museo de historia natural dedicado al registro fósil marino libanés, y donde te sentirás como en casa.

¿Quieres conocer su historia?

       Con tan sólo 7 años, Rizkallah Nohra, el fundador de Expo Haekel, comenzó a interesarse por lo que empezó siendo un hobby y llegó a ser una pasión: coleccionar fósiles.

       Con el tiempo, planeó montar un museo con todos sus tesoros. Pero, la guerra civil libanesa irrumpió en escena y, durante más de década y media (1975-1991), tuvo que mantener el proyecto en el aire.

       Cuando llegó la amnistía, abrió su museo en una antigua casa rural libanesa que había restaurado con sus propias manos. Era el primer museo de historia natural para fósiles marinos en el Líbano: Expo Haekel.

¿Fósiles en el Líbano?

       Y es que, aquí, en esta región libanesa, existe una importante formación de Lagerstätte del Cretácico (hace 145 millones de años). El Lagerstätte es el término alemán para referirse a roca madre con una fenomenal conservación de fósiles.

       El museo Expo Hakel alberga una gran colección de fósiles de peces, crustáceos, plantas, equinodermos y, lo que es más remarcable, coleoideos.  Todos ellos se encuentran en tan buen estado de conservación que se puede ver gran parte de sus estructuras corporales, con lo que los puedes identificar con facilidad. Y entre ellos, el fósil de pulpo más antiguo conocido…

Fósiles de cefalópodos.

       Los coleoideos (pulpos, calamares, sepias y afines) no son nada abundantes en el registro fósil. Esto es porque son de cuerpo blando y los organismos que fosilizan más habitualmente suelen tener estructuras duras.

       En condiciones óptimas (¡extraordinarias!), los tejidos blandos fosilizan porque, tras la muerte del animal, las moléculas de fosfato que forman parte de su ADN o de sus moléculas energéticas son rápidamente reemplazadas por un mineral (fosfato cálcico). ¡Se han llegado a dar casos, incluso, de fosilización de células!

       Glyphiteuthis es un caso de fosilización excepcional. En la foto podemos ver un ejemplar de 12 cm de longitud, con aletas en la cabeza, ocho brazos, saco de la tinta y gladius… todo ello fosilizado…, siendo parte de una especie extinta hace entre 89 y 71 millones de años.

(¡Atentos! El ejemplar de la foto está inadecuadamente identificado como Palaeoctopus en la página oficial de Expo Hakel, habiendo sido identificado correctamente por el experto paleontólogo Dirk Fuchs como Glyphiteuthis. ¡Gracias!)

       ¡Una maravilla del pasado que viene a recordarnos el poco tiempo que llevamos poblando este planeta como seres humanos! A saber, y sin entrar en detalles, aproximadamente unos 2 millones de años.

¿Un pulpo con aletas?

       Pero, los pulpos no tienen aletas…

       Los pulpos actuales se dividen en dos grandes grupos: los cirrados y los no cirrados. Octopus vulgaris y la mayoría de pulpos a quienes todos conocemos muy bien, pertenecen al grupo de los no cirrados, es decir, que no tienen cirros a lo largo de sus brazos, como sí tiene el otro grupo. Además de cirros en los brazos y de vivir a enormes profundidades, los pulpos cirrados tienen aletas.

       ¿Quién no conoce a Adorabilis, el pulpo dumbo más famoso de Internet? Es un pulpo cirrado.

       De hecho, Glyphiteuthis, el fósil de pulpo más antiguo conocido, no era un mero pulpo. Era un vampyropodo.

Palaeoctopus, un pulpo en mar abierto.

       Otro antiguo vampyropodo fosilizado es el que lleva el sugerente nombre de Paleaoctopus. Tenía una concha vestigial dividida en dos partes y 8 brazos de igual longitud, con ventosas, pero sin cirros.

       Por la fauna asociada que se ha encontrado en los mismos estratos que Palaeoctopus, se cree que podría ser pelágico (que nadaba libremente en mar abierto, como los actuales cirrados), y no bentónico (de fondo, como la mayoría de pulpos incirrados de hoy en día).

       De hecho, la robustez de su cuerpo y el pequeño tamaño de sus aletas evidencian ya cierta tendencia hacia la vida costera. ¡Le pillamos justo en medio de la transición evolutiva!

       Pero los vampyropodos no son meros pulpos, son otra cosa. Y, esa, es otra historia…

¡LA NATURALEZA ES MARAVILLOSA!

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