Saltar al contenido

Cefalopodos.org

ENTREVISTA CON FERNANDO Á. FERNÁNDEZ-ÁLVAREZ
Ilustración de Emanuela D’Antoni, extraída del libro "Cephalopods of the world".
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
ENTREVISTA CON FERNANDO Á. FERNÁNDEZ-ÁLVAREZ

FERNANDO Á. FERNÁNDEZ-ÁLVAREZ, ZOÓLOGO ESPECIALISTA EN CEFALÓPODOS.

Hoy hemos «pescado» a un gran biólogo especialista en cefalópodos. Hemos podido realizar una entrevista al Doctor Fernando Ángel Fernández-Álvarez, experto en la familia Ommastrephidae, la de las potas. Actualmente, está disfrutando de una beca postdoctoral en el departamento de Zoología del School of Natural Sciences y el Ryan Institute, en la Universidad Nacional de Irlanda (Galway). Tenemos grandes y jugosas respuestas para todos los amantes de los cefalópodos. ¡Disfrutad de la entrevista!


Bienvenido a este pequeño rincón, Cephaviews, y gracias por prestarte a hacer la entrevista con nosotros, Fernando. Antes de nada, tenemos curiosidad por cómo te dio por estudiar cefalópodos.

-F: Lo cierto es que me encantaría poder contar una historia romántica de cómo, tras muchos años de obsesión cefalopodiana, acabé investigando mi grupo de ensueño… Conozco a muchas personas que la pueden contar. Pero, en mi caso, decir eso sería mentir. Lo que sí puedo contar es que tengo claro que quería estudiar animales desde mis primeros recuerdos. De niño fantaseaba con la idea de poder describir y nombrar especies, cosa que finalmente pude hacer un par de décadas después. Así que me hice zoólogo, ¡no cabía otra alternativa!

Durante muchos años trabajé con numerosos grupos animales, principalmente gusanos marinos bentónicos. En 2013, me enteré de una oportunidad para solicitar una beca predoctoral sobre cultivo de paralarvas de calamares ommastréfidos con Roger Villanueva, en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona. La pedí y me aceptó para trabajar en su grupo. Lo cierto es que no pude tener mayor suerte: con él se trabaja estupendamente, a nivel humano y científico.

Además, poco a poco, me di cuenta de que los cefalópodos son fascinantes desde todos los puntos de vista. Entre ellos se encuentran los invertebrados más grandes. Tienen una longevidad ridículamente corta para los tamaños que alcanzan y probablemente representan el único sistema alternativo a los vertebrados para estudiar el origen de la inteligencia en nuestro planeta. Finalmente, ¡nadie te detiene para comerte las muestras una vez concluyes tus estudios con ellas! Por otro lado, creo que nadie me detenía cuando trabaja con gusanos, pero no sé por qué era algo que nunca me apetecía…

Recién doctorado, ya llevas muchos años dentro del mundo de la Biología y, más concretamente, en el mundo de los cefalópodos. ¿Tienes alguna figura dentro de la Biología de los cefalópodos que te inspire?

-F: Tengo la suerte de haber conocido a muchas de ellas, sí. El podio lo ocupa sin duda Roger Villanueva: me ha enseñado un mundo de cosas. No sólo sobre los bichos que estudiamos juntos, sino sobre cómo hacer Ciencia de forma más ética y responsable en este mundo de hiperproducción anfetamínica de artículos científicos. Lo cierto es que muchas de las personas con las que he trabajado codo con codo, o he interaccionado de una u otra forma, me han inspirado. Pero, si me tengo que restringir al mundo de los cefalópodos, me gustaría citar las interesantes discusiones que mantengo con Chingis Nigmatullin, Louise Allcock, Pilar Sánchez, Henk-Jan Hoving, Gianni Bello, Gustavo Sánchez, así como Kat Bolstad y su equipo.

Tampoco me puedo olvidar de los alumnos que han hecho trabajos de fin de grado o máster en sus respectivas titulaciones sobre cefalópodos con nosotros. Ni de los que han colaborado de alguna otra forma con nosotros: Óscar Escolar-Sánchez, Catarina P. P. Martins, Eva García Zapata y Antoni Sánchez-Márquez. Su entusiasmo es contagioso.

Seguro que se me olvida alguien, ¡porque hay más! También, podemos hablar de la inspiración que me produce leer las obras de Kir N. Nesis, Martina Roeleveld, Nancy Voss, Malcolm Clarke, Sigurd von Boletzky o Adolf Naef, con quienes no he tenido la ocasión de interaccionar de ninguna forma, pero que nos hablan de algún modo a todos aquellos que nos asomamos a sus trabajos. Que no se me olvide la tremenda fuente de inspiración que supone leer las entradas sobre cefalópodos en TOLWEB, esfuerzo principalmente llevado por Dick Young y Mike Vecchione. Por supuesto, no puedo olvidarme del excelente tomo de Fauna Ibérica de cefalópodos por Ángel Guerra, al que recientemente entrevistaste.

Y, cuéntanos, Fernando, ¿con quién te gustaría poder trabajar?

-F: Tengo la suerte de estar haciendo mi primer postdoc con Louise Allcock, cuyos trabajos me han inspirado desde que empecé a leer literatura de cefalópodos.

«…cómo hacer la Ciencia de forma más ética y responsable, en este mundo de hiperproducción anfetamínica de artículos científicos».

Seguro que tienes algún cefalópodo favorito. Háblanos de él.

-F: Tengo muchos, pero creo que entre ellos destaca Grimalditeuthis bonplandi (Verany, 1839). Es un calamar súper raro, con una doble aleta y unos largos tentáculos cuyas mazas están desprovistas de ventosas y tienen una suerte de forma de pez, que podría utilizar como señuelo para atraer presas. O al menos eso parece en las pocas grabaciones que existen del animal en su medio natural.

Prácticamente, no se sabe nada sobre su historia natural, ¡lo que incrementa mi interés! He tenido la suerte de participar en una campaña oceanográfica en la que se capturó uno de estos bichos. Así que lo pude muestrear, diseccionar y preparar para su ingreso en las Colecciones Biológicas de Referencia del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC). En estos momentos, estoy secuenciando su genoma y tengo listos ya varios análisis con su genoma mitocondrial completo. Y mi suerte no acaba ahí, dado que pude diseccionar dos ejemplares adicionales procedentes de otra campaña.

ENTREVISTA CON FERNANDO Á. FERNÁNDEZ-ÁLVAREZ
El cefalópodo preferido de Fernando, Grimalditeuthis bonplandii, nadando en su propio hábitat (Fuente: MBARI). Puedes leer un interesante artículo de este calamar, con un video donde se muestra su forma de nadar, en este enlace.

¿Qué proyecto tienes ahora entre manos?

-F: Actualmente trabajo como postdoc en la National University of Ireland Galway gracias al Irish Research Council y al apoyo de mi tutora académica Louise Allcock. El título de mi proyecto es “Genome and specific biodiversity of oceanic squids assessed through Next Generation Sequencing (GOIPD/2019/460)”. Bajo este nombre, trato de resolver la filogenia de los calamares oceánicos, así como descubrir los mecanismos que condicionan la especiación de animales epi-, meso- y batipelágicos, utilizando los calamares oceánicos como grupo modelo.

Además de esto, tengo la suerte de participar con Roger Villanueva, Oscar Escolar-Sánchez y Pilar Sánchez en un proyecto sobre los primeros días de la vida bentónica de los pulpos. El proyecto se denomina OCTOSET y estoy seguro de que va a producir resultados alucinantes, próximamente. Con ellos tres, además de con Antoni Sánchez-Márquez, Marc Farré y Joan Navarro desarrollamos también un proyecto sobre morfometría de picos de cefalópodos, denominado AFOC. Además, también mantengo colaboraciones con Gustavo Sánchez, de la Universidad de Hiroshima (Japón), en diversos proyectos sobre filogenia y especiación de sepiólidos y calamares oceánicos, respectivamente. Y hay más cosas, ¡intento mantenerme más ocupado de lo razonable!

¿Hay algún proyecto que para tí sería un sueño poder realizar?

-F: El proyecto de mi postdoc es un sueño hecho realidad: el proyecto lo escribimos entre Louise Allcock y yo y está basado en muestras que Roger Villanueva y yo estuvimos recogiendo durante unos cinco años. Hay mucha pasión y ganas en ello, al igual que en los otros proyectos que mencioné anteriormente. Mirando al futuro, me gustaría seguir trabajando en diversidad críptica y transferencia de esperma de potas, así como en la determinación de la dieta de otros calamares oceánicos mediante métodos moleculares. Son temas con los que disfruté muchísimo durante la tesis, ¡pero la diversión no se va a acabar ahí!

«El proyecto de mi postdoc es un sueño hecho realidad».

Eres uno de esos españoles por el mundo que decidió abrirse camino en tierras lejanas para investigar. Cuéntanos, ¿cómo está siendo tu experiencia?

-F: La experiencia está siendo muy enriquecedora, dado que estoy muy a gusto en el grupo de investigación en el que me integré y estoy aprendiendo muchísimo. Creo que estamos haciendo buena ciencia y que los resultados que estamos obteniendo van a representar un gran impacto sobre nuestra forma de entender la sistemática y la evolución de los calamares oegópsidos. Tranquilos, ¡que no voy a soltar spoilers!

Además, Irlanda es un país precioso y cuenta con baja temperatura y poca luminosidad, adecuadas para el asturiano que llevo dentro (y fuera, supongo). Como casi todo el mundo que me conoce sabe, soy como con un calamar mesopelágico: me gustan las bajas temperaturas y huyo activamente de la claridad, así que estoy encantado. Obviamente, uno echa de menos a los amigos, la familia, los paisajes y la comida de mi tierra natal, pero eso me temo que es la condición basal del emigrado.

¿Cuál es tu mejor momento vivido entre cefalópodos?

-F: Desde luego, lo más divertido fue pescar con poteras calamares de Humboldt (Dosidicus gigas) en Santa Rosalía (Baja California Sur, México) con el equipo de William F. Gilly (Universidad de Stanford, Estados Unidos). También, hay que destacar lo enriquecedor que fue ver de primera mano muchos cefalópodos oceánicos durante el mes que pasé en el B/O Sarmiento de Gamboa en la campaña Bathypelagic (mayo-junio de 2018).

ENTREVISTA CON FERNANDO Á. FERNÁNDEZ-ÁLVAREZ
Dos potas Dosidicus gigas con una buceadora en el mar de Cortez (México). Foto: Carrie Vonderhaar / Ocean Futures Society.

Durante tus andanzas a bordo de buques oceanográficos, ¿pasaste miedo alguna vez?

-F: Sólo un pequeño susto una vez. Estaba durmiendo en el camarote de proa y se averió la hélice que estaba justo debajo de nuestro camarote, con un ruido ensordecedor. Creo que eran las dos o las tres de la mañana y hacia mala mar, así que aquel sonido, junto con el bamboleo del mar no, contribuía a relajarme. El problema no era importante y la situación obviamente carecía de cualquier riesgo, pero de eso no me enteré hasta la mañana siguiente. En cualquier caso, saber en las buenas manos en las que uno está cuando se participa en una campaña oceanográfica en seguida me tranquilizó. ¡La tripulación de los buques en los que he estado son excelentes profesionales y confío plenamente en ellos!

Aparte de eso, he tenido un par de experiencias desasosegantes en pequeños barcos de pesca y te voy a contar una de ellas. Cuando era niño, nos cerró la mar en una playa donde estábamos pescando en un pequeño chalano de madera. Un chalano es como se denomina a un pequeño bote recreativo, al menos en buena parte de Asturias. No podíamos volver a puerto. Tampoco conocíamos los bajos de la playa, así que ya estábamos fondeando y a punto de echarnos a nadar hacia la playa en pleno invierno, cuando conseguimos llamar la atención de un pescador submarinista, que nos fue guiando con un cabo entre los bajos hasta la playa. Tuvimos que dejar el bote en la playa y volver caminando a casa, para volver días después y devolver el chalano al puerto de Cudillero.

Cuéntanos, ¿alguno de los artículos o trabajos en los que has participado tiene mayor importancia para ti?

-F: El artículo titulado “Predatory flying squids are detritivores during their early planktonic life” yo diría que es, de largo, el mejor trabajo en el que he participado y le tengo especial cariño. En él se da respuesta a uno de los misterios más recalcitrantes de la historia natural de las potas, su dieta durante los primeros días de vida, y, además, fuimos pioneros en combinar microdisección láser (una técnica de disección de muestras principalmente utilizada en biomedicina) con DNA metabarcoding de contenidos estomacales de cefalópodos (sólo había un estudio previo al respecto en la literatura).

Otra cosa para recordar es cuando conseguí colar una foto de mi padre pescando pulpos en la figura 11 del artículo de Warwick H. H. Sauer y colaboradores “World octopus fisheries”.

«(…) fuimos pioneros en combinar microdisección láser con DNA metabarcoding de contenidos estomacales de cefalópodos».

¿Qué se siente al ser pioneros en aunar estas técnicas? ¿Los resultados fueron los esperados?

-F: Pues te diría que lo que sientes son nervios durante un periodo muy largo de tiempo, seguidos del éxtasis de descubrir algo que nadie antes sabía a ciencia cierta y sobre lo que se había especulado tanto. El trabajo de laboratorio fue muy laborioso, dado que primero tienes que hacer la histología (alrededor de un mes, en un laboratorio), luego hacer la microdisección láser (unas dos semanas, en otro laboratorio) y luego confiar en que las extracciones de ADN (¡en otro laboratorio!), las PCRs (¡en otro laboratorio!) y la secuenciación (¡en un quinto laboratorio!) salgan bien.

Así que esas muestras incunables y en las que había dedicado tantos meses de trabajo andaban viajando de la Ceca a la Meca hasta que recibimos los resultados finales, meses después. En este caso, no sabíamos si el material de partida sería suficientemente bueno dado que las cantidades de ADN estaban por debajo de los límites de detección de las técnicas que teníamos a nuestra disposición. Pero el resultado fue espectacular y la técnica funciona, así que animo a otros científicos a que la usen.

Hay que decir que contar con estupendos compañeros y profesionales, que me ayudaron a lo largo de este trabajo en el Institut de Ciències del Mar, el hospital Vall d’Hebron, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y en AllGenetics, fue un lujo. Lo cierto es que los resultados confirmaban nuestras sospechas iniciales de que las paralarvas de pota eran detritívoras. Dicha hipótesis se basaba en el hecho de que tanto los aparatos de captura de presas (brazos y pico), así como el sistema nervioso de estas paralarvas están subdesarrollados y recuerdan más a los de embriones de otros grupos de cefalópodos. La hipótesis había sido planteada tímidamente por otros investigadores en el pasado, pero nosotros fuimos capaces de dar carpetazo a la polémica sobre la alimentación de este grupo durante los primeros días de su vida.

¿Qué trayectoria crees que va a tomar en el futuro el estudio de los cefalópodos?

-F: Ésa es una pregunta muy difícil, dado que la investigación con cefalópodos está produciendo resultados alucinantes en numerosos campos. Las capacidades de edición de sus transcriptomas o entender la base genética y fisiológica de algunas de sus características, como su alucinante crecimiento o la “programación” de su muerte tras un único ciclo de madurez (semelparidad), creo que en el futuro depararán sorpresas.

Por otro lado, hay varios grupos de investigación que en estos momentos están avanzando bastante en comprender los mecanismos de transferencia de esperma, selección sexual, competencia espermática y paternidad múltiple. Creo que en las próximas décadas se dará el salto a la acuicultura de algunas especies, a pesar de los enormes problemas logísticos que la Biología de los cefalópodos impone a un proyecto con ése.

¿Qué importancia tiene para tí la divulgación científica en estos momentos? ¿Crees que el público general se para a reflexionar sobre los contenidos científicos divulgativos que se cuelgan en las redes?

-F: Personalmente, creo que la divulgación es fundamental para la formación de cualquier científico, dado que mejora sustancialmente nuestra capacidad de comunicación. También considero que es un deber ético de los científicos, dado que la mayoría de las veces estamos financiados por fondos públicos, y creo que es nuestra obligación preparar textos que cualquiera pueda entender para devolver este valor añadido a la sociedad que nos financia.

Mi experiencia me dice que en el panorama científico de nuestro país la divulgación no se valora mucho, dado que en la mayor parte de las evaluaciones de las convocatorias actuales tener contribuciones en divulgación suele representar un cero a la izquierda. Sin embargo, creo que en el futuro esto va a cambiar y va a empezar a valorarse más a nivel profesional. De hecho, muchos centros de nuestro país empiezan a tener departamentos de divulgación potentes que presentan actividades muy sugerentes. En cualquier caso, ¡a mí me da igual! Considero la divulgación una de las partes mas enriquecedoras de mi vida, así que lo voy a seguir haciendo mientras encuentre tiempo para ello.

Creo que el público general valora bastante la divulgación cuando encontramos la forma de transmitir la ciencia de forma amena, divertida y, sobre todo, evitando palabrajos… Lo cual no siempre es fácil, porque muchas veces nos cuesta abandonar determinados códigos que empleamos día a día en nuestras actividades profesionales o, simplemente, no hay una alternativa más popular que se pueda utilizar. Pero sí, mi percepción es que la gente se detiene a reflexionar y entender las contribuciones divulgativas.

Como taxónomo, ¿cómo ves la situación de la Taxonomía actualmente? ¿Crees que se apoya su desarrollo desde las instituciones?

-F: Me temo que ha llegado el momento de llorar, así que me vais a tener que perdonar…

La opinión generalizada de la gente que se dedica a la Taxonomía es que no es una disciplina científica que se apoye desde las instituciones. El sistema de evaluación de la actividad profesional de los científicos se basa principalmente en el factor de impacto, producido actualmente por la empresa Clarivate Analytics.

Originalmente, este índice fue creado para ayudar a las bibliotecas a elegir qué revistas recibían más atención en base al número de citas. Obviamente, este índice no dice absolutamente nada sobre la calidad de la revista ni mucho menos sobre la calidad de los artículos publicados en ella y, por tanto, es un mecanismo muy poco adecuado para medir la calidad de un artículo. Para el cálculo del índice de impacto, se usan sólo las citas recibidas en los dos últimos años. Dado la naturaleza de los artículos taxonómicos, es improbable que un artículo de este tipo reciba un elevado número de citas en los dos años siguientes a su publicación.  Además, muchas revistas prohíben que en la sección de referencias se listen los trabajos en los que se describen los nombres de las categorías taxonómicas, lo que contribuye a reducir las citas dentro del campo.

Personalmente, no conozco otra disciplina en la que un trabajo aparezca reflejado en el texto, pero no en la lista de referencias, lo que constituye un agravio comparativo a la Taxonomía frente a otras disciplinas. Obviamente, esto es extremadamente lesivo también para la carrera científica de quienes producen estudios taxonómicos.

Dado lo enunciado en el parágrafo anterior, muchas revistas deciden que los artículos taxonómicos le van a penalizar de cara al factor de impacto del año siguiente, de modo que los rechazan sistemáticamente. Por tanto, no quedan muchas opciones para publicar artículos de este tipo y se publican en revistas con bajo índice de impacto, lo cual es terrible para el currículo de los científicos jóvenes.

ENTREVISTA CON FERNANDO Á. FERNÁNDEZ-ÁLVAREZ
Fernando a su paso por el congreso Cephalopod International Advisory Council, CIAC2015, celebrado en Hakodate (Foto: Pilar Sánchez).

Es singular el reciente caso de la revista Zootaxa, desprovista de factor de impacto para el año 2019 por Clarivate Analytics. Zootaxa es una mega-revista que publica más del 25% de las descripciones de especies y actos nomenclaturales desde la primera década del siglo XX. Entre ellos, incluye enormes monografías de elevadísima calidad que otras revistas no están dispuestas a publicar. Por tanto, es lógico que Zootaxa concentre muchas citas de artículos publicados en el pasado reciente en la misma revista.

Esto ha sido tomado por el algoritmo de Clarivate Analytics como un intento artificial de inflar el índice de impacto de la revista, cuando en realidad es el resultado de la falta de oportunidades para publicar Taxonomía en otras revistas. Muchos científicos noveles se han enterado a toro pasado de que la monografía o trabajo en la que han invertido tanto esfuerzo pasa de valer poco a absolutamente nada en los sistemas de evaluación más empleados para medir la contribución de los científicos, simplemente porque se publicó en 2019. En 2018 tendría otro valor en base a los mismos parámetros de evaluación.

Todas estas circunstancias contribuyen a que la Taxonomía sea un callejón sin salida y un suicidio profesional para los científicos jóvenes. De modo que si seguimos utilizando este absurdo sistema de evaluación científica, llegará un momento en el que no quedarán taxónom@s. Denominaría a éste un escenario quizá postapocalíptico para la Biología, dada la vital importancia de la Taxonomía para caracterizar y describir la biodiversidad. Creo que es nuestra labor como científicos luchar contra este sistema acientífico de evaluación de la calidad profesional. En esa línea, es conveniente conocer iniciativas que luchan contra ésto, como la Declaration on Research Assessment (DORA).

¿Cómo ves la situación de la conservación de la biodiversidad actualmente? ¿Crees que la población en general es consciente del momento tan crítico que están pasando el planeta y las especies que lo habitan?

-F: La situación no es buena, y lamentablemente creo que no tiene visos de que vaya a mejorar en el futuro próximo. Y creo ésto precisamente porque tengo la sensación de que la gente no es consciente ni del estado de conservación real de la naturaleza ni de lo mucho que la necesitamos. Un ejemplo muy claro es el desconocimiento por parte de la población del daño que las especies invasoras y nuestras mascotas producen en los ecosistemas, de modo que mucha gente planta especies exóticas en sus jardines o dejan a sus gatos libres por el vecindario, cazando lo que les apetece. Obviamente, yo no soy un santo y en el pasado he pecado bastante de este segundo ejemplo, como amante de los mininos que soy. Desgraciadamente para mi gato Mango, eso se ha acabado y le toca quedarse en casa o salir a pasear con arnés y correa.

«(…) muchos de los cambios de actitud y consumo que nos tocará ejecutar en un futuro próximo para mejorar el estado de la conservación de la naturaleza van a ser incómodos. Pero de ello depende nuestra supervivencia (…)».

Aunque creo que la ciudadanía es principalmente bienintencionada hacia la Naturaleza, creo que en términos generales debería estar mejor informada y más concienciada. Y, precisamente, ahí es donde los científicos deberíamos focalizar parte de nuestros esfuerzos divulgativos. También creo que muchos de los cambios de actitud y consumo que nos tocará ejecutar en un futuro próximo para mejorar el estado de la conservación de la naturaleza van a ser incómodos. Pero de ello depende nuestra supervivencia y la de buena parte de las especies a las que les ha tocado compartir el planeta con nosotros.   

Y, respecto a los microplásticos, ¿te encuentras muchos dentro de los especímenes mientras realizas tus experimentos?

-F: El problema de los microplásticos es un tema fascinante. Creo que va a dar mucho de qué hablar en los próximos años, dado el inmenso grado en el que la humanidad ha conseguido contaminar el planeta con este material. Hasta el momento, todos los estudios de ecología trófica que he realizado, o en los que he participado, utilizan técnicas que no permiten detectar plástico, como el DNA metabarcoding o los isótopos estables. Muy probablemente estén ahí, en los organismos que estudiamos, simplemente no los hemos visto aún. Espero en el futuro emplear otras técnicas que me permitan evaluar también el contenido en microplásticos de la dieta de cefalópodos y otros animales.

¿Crees que esta pandemia está afectando a los cefalópodos?

-F: Es posible que la pandemia haya podido afectar a la presión pesquera de alguna especie. Al ser animales semélparos (se mueren tras reproducirse una única vez en su vida), con ciclos de vida anuales o poco más largos. Sus sucesivas generaciones o no se solapan en el tiempo o lo hacen mínimamente, por lo que creo que son animales que deberían responder muy bien, en pocas generaciones, a vedas, tras alcanzar el grado de sobrepesca. Además, muchas especies se pescan aprovechando agregaciones o migraciones relacionadas con su reproducción, así como sus propios comportamientos reproductivos.

ENTREVISTA CON FERNANDO Á. FERNÁNDEZ-ÁLVAREZ
Magnífica captura de una Sepia officinalis. Fuente: elrincondelnudibranquio.es.

Un ejemplo muy claro de ello es la sepia (Sepia officinalis Linnaeus, 1758). Se pesca con nasas, aprovechando los comportamientos de puesta de las hembras y la atracción que dichas hembras atrapadas en las nasas ejerce sobre los machos. Es posible que, si el esfuerzo pesquero haya sido afectado por la pandemia, quizás las poblaciones de algunas especies objeto de pesquerías hayan aumentado.

Un mensaje para los aficionados y los nuevos investigadores de los cefalópodos.

-F: Creo que los cefalópodos van a dar muchas sorpresas en los próximos años. Va a haber numerosos trabajos que van a incrementar nuestro conocimiento, describiendo y contextualizando su alucinante biología, comportamiento e historia evolutiva. ¡Estad atentos!

Agradecemos al Dr. Fernando Á. Fernández-Álvarez su tiempo y las estupendas historias que nos ha contado.

¡Mucho éxito en tu carrera científica, Fernando!

Si sientes la necesidad de apoyar y prestar tu firma a la Declaration on Research Assessment (DORA), ¡adelante! Aquí tienes el enlace.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *